Todos sabemos de los beneficios de los masajes, técnica milenaria que se ha puesto de moda en los últimos tiempos gracias a que son métodos naturales y en ellos se busca la solución a diversos males, ya sean de tipo estético o de salud. Son técnicas milenarias que en principio nacieron para aliviar diversos problemas musculares sobre todo, pero con el tiempo se descubrieron también sus beneficios para la belleza, entre ellos rebajar el volumen corporal y mejorar el aspecto de la piel, agredida por problemas como la celulitis.
Las cremas reductoras tienen cada vez más aceptación entre las mujeres que no desean verse con celulitis, pero tan importante son los componentes de estas cremas como la forma de aplicarlas. Para ello, es conveniente conocer los beneficios de un buen masaje para que el producto actúe en una mayor medida. Se pueden realizar por uno mismo, pero lo mejor es acudir a centros de belleza donde profesionales de la estética saben cómo actuar en los distintos puntos del cuerpo.
Los masajes reductores tienen incidencia sobre el tejido conjuntivo, y además ayudan a una mejor irrigación y drenaje linfático e intravenoso. Gracias a la presión que se ejerce, se liberan las toxinas y las grasas de los tejidos, lo que facilita su eliminación. Para que sea efectivo el tratamiento de eliminación de celulitis, por ejemplo, dependiendo del grado de la misma y de las características del paciente, como mínimo debe acudirse cuatro o cinco veces para empezar a ver los resultados. Los expertos señalan, sin embargo, que hay que combinar estos masajes con dieta, ejercicio y cremas para que los resultados sean realmente patentes. Además, indican que lo que se pierde en estos casos es volumen, nunca se habla de peso.
Para que los masajes sean más efectivos, se debe acompañar de gran ingesta de frutas y verduras, mucho agua e intentar moverse lo más frecuentemente posible, ya sea con actividad deportiva como con otras más cotidianas, como caminar, subir escaleras, etc…con el objetivo último de movilizar más grasa. En cuanto a ésta, lo primero que el profesional determina cuando se acude a una sesión es el tipo de grasa, ya que puede ser blanda o dura, estando incluso dentro de los músculos, que es mucho más complicada de eliminar que la que se encuentra alojada en las capas más externas de la epidermis.
Una vez que se determina el tipo de grasa, se localizan las zonas determinadas a tratar. El masaje en sí es una suerte de «amasamiento» de estas zonas, para que poco a poco las grasas se movilicen. Tras varias sesiones (y con la ayuda de otras acciones, como anteriormente se ha dicho) se pueden llegar a perder de una a cuatro tallas. Además de todo esto, es decir, del componente estético, este tipo de masaje también contribuye al apaciguamiento del estrés y al relajamiento mental del paciente.
Muchas personas puede que se abstengan de estas técnicas porque piensan que son muy dolorosas; si bien es un poco cierto, puesto que trabajar sobre zonas con acumulaciones de grasa produce un poco de malestar, no es para nada inaguantable y si se llegan a producir moratones o lesiones es porque no se ha aplicado bien el masaje.