El baño es una de esas cosas a las que casi no prestamos atención, por ser parte de la rutina. El baño de belleza, en cambio, escapa de esa rutina para aportar calidad de vida y embellecimiento.
Magdalena Gil
Al enjabonarnos debemos friccionar la piel para sacar las celulas muertas y ayudar a nuestro cuerpo a regenerarse. Así, productos como el guante de crin o las actuales cremas de peeling nos ayudan con estos quehaceres. Las fricciones con agua de colonia o alcohol son mejores porque las propiedades revulsivas de estas lociones mejoran la circulación. Estas fricciones después del baño completan la acción del baño caliente o compensan la del baño frío, activando la circulación periférica retardada.
Las lociones pueden llevar alcohol, pero las hay que no lo contienen. Un agua muy perfumada que contenga entre un 8 o un 10% de glicerina es una loción muy superior a una que contenga alcohol. Si las esencias empleadas para aromatizar la loción están escogidas teniendo en cuenta sus propiedades desinfectantes los resultados obtenidos serás especialmente beneficiosos.
Las cremas para después del baño persiguen una finalidad muy parecida a las lociones y van muy bien para la epidermis. Estas cremas reabsorben las rojeces, el acne y los eritemas, que son frecuentes en las personas que abusan del jabón demasiado perfumado. También se deben usar cremas específicas para los pies, sobretodo en verano o cuando usemos suelas de goma que dificultan la transpiración.
Juntando todo lo explicado hasta ahora, llegamos a la conclusión que el baño cotidiano lleva consigo un extenso programa de cuidados y belleza que debemos tener en cuenta a la hora de escoger los productos que nos facilitan la tarea y nos aumentan los beneficios del mismo.