La retención de líquidos es un problema estético principalmente, que se focaliza en aumentos de peso inexplicables, piernas y manos hinchadas, debilidad y cansancio, calambres Pero también puede ser síntoma de un problema más serio, como la hipertensión o alguna clase de cardiopatía. Por tanto, cuando notemos que el problema se acentúa hay que poner remedio lo antes posible; de hecho, es un problema bastante extendido entre la población, sobre todo las mujeres. Lo principal es detectar cuál es el origen de la dolencia para solucionarla y normalizar la situación.
Este tipo de problema se produce cuando existe la imposibilidad de eliminar agua y líquidos de cualquier clase de nuestro organismo, superando el 75% de los niveles normales. El organismo tiene un mecanismo regulador de los líquidos que el mismo debe contener; por eso, si ingerimos más agua de la que necesitamos, los riñones y otros órganos relacionados, así como las glándulas sudoríparas, se encargan de filtrar y eliminar el líquido sobrante. Pero cuando por alguna razón esto no ocurre, comienzan a tener lugar problemas de aumento de volumen y de peso, con la aparición de celulitis y la acumulación de kilos. De hecho, muchas personas confunden la retención de líquidos con sobrepeso, pero acudir a dietas y trucos de adelgazamiento sólo hace que agravar el problema.
Así que, una vez descartado cualquier dolencia seria relacionada, lo mejor es poner manos a la obra para remediar la retención de líquidos practicando ciertos hábitos y costumbres saludables que nos ayudarán de forma sencilla y efectiva. Lo más efectivo es sin duda hacer ejercicio, de forma moderada aunque continua. La vida sedentaria es el mayor enemigo de la acumulación de líquidos, así que caminar, correr, montar en bicicleta o nadar suponen un movimiento efectivo para las piernas y favorecen el trabajo de filtración y eliminación de líquidos de los riñones. También es aconsejable para favorecer la circulación en las extremidades inferiores descansar con las piernas elevadas, al menos una hora; asimismo, se deben evitar las medias, calcetines y zapatos apretados.
La ingesta de agua es sumamente importante; cuanta más bebamos más fácil resultará la eliminación de líquidos. La cantidad mínima recomendada a diario oscila entre el litro y medio y los dos litros, sin esperar a tener sed, pues significa que el cuerpo ya se está deshidratando. También sirven a este efecto los zumos naturales y las infusiones. Entre estás últimas, las más recomendadas son las de hierbas con propiedades diuréticas, entre las que se encuentran las de hinojo, perejil, enebro, cola de caballo, así como ciertas hortalizas muy saludables en este sentido, como los puerros, los pepinos y el pepino, ya que aumentan la producción de orina.
Curiosamente, y al contrario de lo que muchos puedan pensar, el consumo de proteínas incrementa la eliminación de líquidos, ya que se estimula la producción en el hígado de una sustancia llamada albúmina, la cual evita que los fluidos se acumulen en el organismo. Eso sí, hay que evitar en la medida de lo posible la ingesta de sal, porque un exceso de sodio en el cuerpo le cuesta a los riñones como mínimo veinticuatro horas eliminarlo, provocando la retención de líquidos.
Por otra parte, el descanso es esencial. Hay que dormir en la medida de lo posible unas ocho horas, para que las células se regeneren y se favorezca la evacuación tanto de líquidos como de sólidos. El abuso de diuréticos, contrariamente a su cometido, suelen producir un efecto rebote, favoreciendo la retención de líquidos.