La cronobiología estudia las variaciones periódicas que modifican las funciones del organismo.
Existen unos ritmos que influyen en las secreciones hormonales y en el sistema inmunitario.
Nuestro reloj biológico programa el funcionamiento de nuestro organismo ens las tareas de nuestra existencia: administra el sueño, la actividad física e intelectual, la alimentación y la sexualidad.
La clave para controlar nuestro reloj biológico, está en identificar nuestros biorritmos y organizar nuestro tiempo en función de sus variaciones. Podemos, por ejemplo, disminuir el cansancio, controlando nuestro exceso de actividad cotidiana.
Como funciona nuestro reloj interno?
Entre las 7 y las 8 de la mañana, nuestro organismo empieza a despertarse, pero no es hasta las 10, cuando se pone en vigilancia; es en ese momento cuando nuestra memoria a corto plazo se encuentra en su punto más alto. Hacia mediodía, el cuerpo se pone en marcha para preparar la digestión: es el momento de comer. Pero a partir de las 13h, el cuerpo entra en un estado de cansancio, por lo que es muy recomendable echar-se un pequeño descanso. Nuestros antepasados, descansaban durante este periodo, ya que era la hora más calurosa del día, y así conseguían mantenerse en plena forma durante el resto de la jornada.
Entre las 15 y las 17, nos encontramos en plena forma física; es un buen momento para practicar actividades deportivas. Entre las 18 y las 20, volvemos a entrar en un estado de máxima vigilancia y nuestra capacidad de asimilación se encuentra en uno de sus puntos más altos. Es el momento más recomendables para realizar ejercicios de memorización.
Con la llegada de la noche, es cuando más posibilidades existen de desarrollar crisis de ansiedad; ya que nuestro cuerpo se encuentra en un estado de alerta muy bajo
Crononutrición
La crononutrición se basa en el respeto de los biorritmos, y en la alimentación en función de las secreciones de enzimas.
Por la mañana, se segregan unas enzimas que piden lípidos (pan, mantequilla, queso ).
A media mañana, es la hora de las proteínas, el almidón y el azúcar; por lo que es recomendable comer proteínas animales y féculas.
Al mediodía, aparece el bajón de insulina que se traduce en más ganas de azúcar.
Al final del día, el organismo adhiere a la lentitud y segrega menos sustancias digestivas; por lo que es recomendable una cena ligera (pescado y verduras).