Las alternativas naturales o tradicionales han ido ganándose un hueco importante para aliviar diversos problemas de salud, complementando a la medicina. Entre estas alternativas, está el drenaje linfático, que consiste en masajear determinados puntos del cuerpo para favorecer el sistema linfático, y por ende, el sistema inmunológico, ya que se impide que la linfa se estanque y pueda contaminarse con gérmenes o bacterias dentro del cuerpo, lo que podría dar lugar a una posible infección. Es una técnica que podría enlazarse con la fisioterapia y los masajes terapéuticos, y la realizan profesionales de la medicina o que han estudiado en academias especializadas.
El drenaje linfático se basa en masajes no agresivos, en los que el profesional va tocando las zonas del cuerpo donde la linfa se encuentra estancada, para permitir mediante estos masajes que pueda fluir de nuevo y así favorecer la regeneración de los órganos y recuperar el buen estado del torrente sanguíneo. Principalmente, se utiliza en el campo de la oncología, para tratar linfedemas y leucemia, pero en otro orden también se utiliza para patologías menos graves, como edemas estancados, celulitis o complicaciones linfáticas tras alguna operación de cirugía estética.
La técnica está muy depurada y cada vez va teniendo más relevancia en la medicina tradicional, hasta el punto que en muchos departamentos de oncología de los hospitales suele haber un servicio de linfoterapia para paliar los efectos destructivos de las quimioterapias y ayudar a que los pacientes se sientan mejor. La recuperación de los individuos que hacen uso de estos masajes es mucho más alta y mejor, ya que el sistema inmunológico se revitaliza, además de sentir un mayor beneficio físico, puesto que son masajes muy suaves, indoloros y que general gran placer y relajamiento. Normalmente, se realizan en zonas específicas del cuerpo, como son el cuello, cara, abdomen, brazos, nuca, espina dorsal, zona lumbar, glúteos y piernas.
Es muy importante que la linfa circule bien por el organismo, ya que se trata de un líquido vital para nuestra existencia; a diferencia de la sangre, sólo circula en una sola dirección, desde los órganos hasta el corazón, aportando oxígeno y nutrientes a las diversas células por las que pasa, y a su vez arrastrando virus y gérmenes para desecharlos. Por tanto, además de ejercer un importante papel de limpieza, también lo hace como protección y defensa del organismo. El uso de estos masajes para fines estéticos está siendo muy utilizado, puesto que se trata de un tratamiento que, si bien a largo plazo, puede ayudar a eliminar las toxinas del cuerpo y las grasas acumuladas, como la celulitis, de forma natural y sin ninguna intervención quirúrgica. Además, gracias a su efecto limpiador, la piel tiene un mejor aspecto en general.
Si los masajes se repiten con cierta frecuencia, se notarán no solo los resultados en la salud, porque al fortalecerse el sistema inmunológico notamos como somos menos propensos a resfriados e infecciones en general, sino que también aumentan las micciones diarias, limpiando así el sistema renal y expulsando un mayor número de toxinas.