Se entiende por obesidad el cúmulo excesivo de grasa corporal que se traduce en un aumento de peso. El organismo, por norma general, dispone de mecanismos complejos encargados de mantener un balance energético adecuado. La energía se almacena en forma de tejido adiposo, ya que de esta manera puede acumularse más cantidad de energía química. Aproximadamente 1 gr. de este tejido equivale al almacenamiento de 9 Kcal. Así, cada persona dispone de unos depósitos adecuados de grasa-energía que le permitirán desarrollar sus funciones vitales de forma correcta. Si existe excesivo tejido adiposo (grasa) en el cuerpo, entonces nos encontramos frente a la obesidad, que es una enfermedad crónica tratable. A parte del evidente sobrepeso que padecen los obesos, los expertos advierten que la obesidad es peligrosa por más razones. Actúa como agente que exagera y agrava a corto plazo, patologías graves como la diabetes, la hipertensión, las complicaciones cardiovasculares y, incluso algún tipo concreto de cáncer, como el gastrointestinal.
Magdalena Gil
Las causas de esta enfermedad son muchas, además de los malos hábitos de vida cotidiana como por ejemplo la mala alimentación y la falta de ejercicio físico. Pero también podemos encontrar factores genéticos que nos condicionen la aparición de este problema.
No todas las obesidades son iguales, podemos encontrar distintos tipos clasificados en dos grandes bloques:
– Central o androide. Esta es la más grave porque puede llevar consigo importantes complicaciones patológicas. La obesidad central acumula la grasa en el tronco y predispone a sufrir complicaciones metabólicas, especialmente diabetes tipo 2 y dislipemias.
– Periférica o imoide. La obesidad periférica acumula la grasa de cintura para abajo y provoca sobrecarga en las articulaciones.
Otro tipo de clasificación es la siguiente:
– Obesidad mórbida. Para tratar la obesidad mórbida es necesario acudir a la cirugía ya que las dietas no surgen ningún efecto. Hay dos tipos de técnicas para reducirla:
Las reseccionistas, encaminadas a inducir una mala absorción de los alimentos. Esta parece ser la única técnica efectiva para que la persona que sufre obesidad mórbida pierda peso.
Las restrictivas, que se limitan a reducir el tamaño del estomago para que el paciente no pueda comer. Con esta técnica, que tiene muchos menos efectos secundarios, cuesta más perder peso.
– Obesidad infantil. Es peligrosa porque conlleva alteraciones endocrinometabólicas que condicionaran un mayor riesgo cardiovascular en la vida adulta. Este riesgo estará condicionado por la edad del inicio de la obesidad y con el tiempo de evolución. Los médicos aconsejan que, para prevenir la obesidad infantil, la dieta alimenticia tiene que ser variada y elástica, reduciendo al máximo las grasas de la bollería y pastelería industrial. También es muy importante que tengan el hábito de hacer deporte de manera regular.
El tratamiento de la obesidad no es fácil. Los médicos coinciden en que la mejor forma de tratar esta enfermedad es la prevención, identificando precozmente a los pacientes en los que a partir de los 20 o 25 años comienzan a verse cambios de peso importantes. Consideran también, que el obeso debe tener la consideración de enfermo crónico y que debe someterse a un tratamiento de largo plazo, con reglas alimentarias, un estudio y posterior adecuación de sus hábitos de conducta, ejercicio físico regular y una terapia farmacológica.
El obeso no tiene que perder kilos, tiene que perder masa grasa, con pérdidas pequeñas que impliquen una adecuación del metabolismo. Es importante consolidar la perdida de grasa a largo plazo para no volver a recuperarlos de forma inminente, al menor descuido.
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